Mayor atención para la
tecnología
Ese doble filo de la ciencia y la tecnología se
traducirá, a principios de los setenta y en los países más
desarrollados, en enfrentamientos -no sólo verbales- entre grupos
sociales. Pues algunos sectores sociales verán oportunidades, donde
otros percibirán riesgos. Patronal y ecologistas, por poner un caso, no
verán lo mismo en los humos de las chimeneas. Cada grupo tendrá
su particular percepción de una tecnología, según
sea la manera en que su introducción le afecte.
Lo bien cierto es que los grupos, así
enfrentados, empiezan a reclamar que se cambie la forma en que habitualmente se
muestran las relaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y medio
ambiente.
Según unos, porque esas presentaciones hacen
poca justicia a los enormes beneficios sociales y de todo
tipo(2) que redundan del uso de la tecnología. En concreto,
tener una buena base tecnológica es poseer el punto de partida adecuado
para desarrollar una economía sólida -hoy se
añadiría: "y competitiva"-.
En particular, quienes esto defienden, se quejan del
gran papel que en los medios de comunicación de masas o en la
educación primaria y secundaria juegan las humanidades y la ciencia,
entendida como saber teórico. Mientras, la ciencia aplicada y, en
particular, la tecnología desempeñan un papel secundario -cuando
no de puros extras-.
Esa diferencia de papeles tiene (según la
opinión de quienes denuncian la postergación de la ciencia
aplicada y la tecnología) una traducción práctica
importantísima: las instituciones encargadas de la política
científica suelen dirigir más dinero hacia la llamada
investigación básica (o teórica) que hacia la
investigación aplicada. Y los países que practican este tipo de
conducta suelen acabar siendo tecnodependientes de aquellos otros que invierten
en tecnología.
Razones completamente opuestas son las que manejan
otros grupos, disconformes también con el modo en que se presentan de
ordinario las relaciones entre la ciencia, la tecnología, la sociedad y
el medio ambiente. Pero, la disconformidad no nace ahora del hecho de que se
considere que la importancia social y medioambiental de la tecnología
esté minusvalorada, sino de todo lo contrario. Para éstos otros
el modo en que de ordinario se presenta la tecnología suele rayar en la
tecnopornografía: se enfatizan sus efectos positivos de toda
suerte y condición, y se ocultan o reducen sus impactos negativos sobre
la sociedad y el medio ambiente.
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